La toxina botulínica es muy popular y utilizada en la medicina estética, ya que con ella se pueden tratar las arrugas y líneas de expresión en el tercio superior de la cara, como las patas de gallo, entrecejo y la frente.
Se trata de una sustancia química que interviene de forma directa en las fibras musculares, lo que genera un efecto de relajación en la piel. Se inyecta para bloquear ciertas señales nerviosas que producen la contracción de los músculos faciales; al relajarlos, se reducen las arrugas notablemente.
La toxina botulínica es perfecta para actuar sobre las arrugas dinámicas, es decir, las que se provocan por la gesticulación repetitiva, que las hace más o menos visibles incluso con una expresión relajada. Al relajar en mayor o menor medida la actividad de ciertos músculos, se limita esta gesticulación repetitiva, así como la formación de las líneas de expresión.
Sin embargo, hay que tener cuidado. Para aplicar este tipo de tratamiento con toxina botulínica, es necesario acudir con profesionales en medicina estética con experiencia y que hagan una valoración previa a sus pacientes.
De esta forma pueden conocer el historial clínico de cada uno y conocer el mejor tratamiento que necesitan para su tipo de piel y lograr sus objetivos; además, pueden conocer si el paciente no es apto para recibir el tratamiento. Las personas para las que no se recomienda la toxina botulínica son:
La toxina botulínica es muy popular y utilizada en la medicina estética, ya que con ella se pueden tratar las arrugas y líneas de expresión en el tercio superior de la cara, como las patas de gallo, entrecejo y la frente.
Se trata de una sustancia química que interviene de forma directa en las fibras musculares, lo que genera un efecto de relajación en la piel. Se inyecta para bloquear ciertas señales nerviosas que producen la contracción de los músculos faciales; al relajarlos, se reducen las arrugas notablemente.
La toxina botulínica es perfecta para actuar sobre las arrugas dinámicas, es decir, las que se provocan por la gesticulación repetitiva, que las hace más o menos visibles incluso con una expresión relajada. Al relajar en mayor o menor medida la actividad de ciertos músculos, se limita esta gesticulación repetitiva, así como la formación de las líneas de expresión.
Sin embargo, hay que tener cuidado. Para aplicar este tipo de tratamiento con toxina botulínica, es necesario acudir con profesionales en medicina estética con experiencia y que hagan una valoración previa a sus pacientes.
De esta forma pueden conocer el historial clínico de cada uno y conocer el mejor tratamiento que necesitan para su tipo de piel y lograr sus objetivos; además, pueden conocer si el paciente no es apto para recibir el tratamiento. Las personas para las que no se recomienda la toxina botulínica son:
La toxina botulínica es muy popular y utilizada en la medicina estética, ya que con ella se pueden tratar las arrugas y líneas de expresión en el tercio superior de la cara, como las patas de gallo, entrecejo y la frente.
Se trata de una sustancia química que interviene de forma directa en las fibras musculares, lo que genera un efecto de relajación en la piel. Se inyecta para bloquear ciertas señales nerviosas que producen la contracción de los músculos faciales; al relajarlos, se reducen las arrugas notablemente.
La toxina botulínica es perfecta para actuar sobre las arrugas dinámicas, es decir, las que se provocan por la gesticulación repetitiva, que las hace más o menos visibles incluso con una expresión relajada. Al relajar en mayor o menor medida la actividad de ciertos músculos, se limita esta gesticulación repetitiva, así como la formación de las líneas de expresión.
Sin embargo, hay que tener cuidado. Para aplicar este tipo de tratamiento con toxina botulínica, es necesario acudir con profesionales en medicina estética con experiencia y que hagan una valoración previa a sus pacientes.
De esta forma pueden conocer el historial clínico de cada uno y conocer el mejor tratamiento que necesitan para su tipo de piel y lograr sus objetivos; además, pueden conocer si el paciente no es apto para recibir el tratamiento. Las personas para las que no se recomienda la toxina botulínica son:
