Malos hábitos para tu piel que debes evitar

Normalmente hablamos sobre todo lo que tenemos que hacer para mantener una piel perfecta, suave y tersa, pero ¿alguna vez te has puesto a pensar qué es lo que NO debes hacer para que tu piel no se dañe?

Tocarte los granos y espinillas: Al hacerlo, aumenta la inflamación y la infección puede agravarse e incluso extenderse a otra zona del rostro.

Fumar: El humo del tabaco, al entrar en contacto con la piel, da lugar a la formación de radicales libres y con ello al envejecimiento prematuro y la formación de arrugas. Además, la piel de los fumadores es más propensa a la deshidratación y su aspecto resulta apagado y grisáceo.

El consumo excesivo de alcohol: El consumo moderado de alcohol no supone ningún problema para la piel; sin embargo, si nos excedemos, el nivel de agentes inflamatorios presentes en la sangre aumentará considerablemente y, en consecuencia, el proceso natural de envejecimiento se acelerará.

Una alimentación inadecuada: En gran medida, la alimentación determina nuestro aspecto físico general, lo que por supuesto incluye el de nuestra piel. Por tanto, para conseguir un cutis radiante y libre de impurezas es imprescindible tener muy en cuenta que ingerimos.

No dormir lo suficiente: Por la noche, nuestra piel repara los daños sufridos durante el día. Los procesos celulares se aceleran al máximo para regenerar y reconstruir la elastina y el colágeno, por ello, dormir 8 horas diarias y cuidar la piel antes de acostarse es fundamental para mantenerla en buen estado.

Utilizar limpiadores fuertes: Los limpiadores faciales deben ser suaves para que no causen daño a tu piel, por lo que tendrás que mirar de nuevo tu limpiador contra espinillas o para la piel grasa y pensar si realmente puede ser el motivo que tengas tu piel reseca. Estos limpiadores eliminan la barrera protectora que tiene la piel de forma natural y aunque intentes eliminar las espinillas tenderán a salirte incluso más que antes. Lo ideal sin duda para limpiar el rostro es un lavado nutritivo con limpiadores con texturas lechosas, es decir: leches limpiadoras.